jueves, 21 de mayo de 2015

45 minutos

Le había costado su antiguo número, pero entendió inmediatamente que había valido la pena: admiró su tacto, su diseño innovador, el color, la rapidez del navegador. Que tuviera que recogerlo justo ese mismo día era una suerte. ¡Hoy!¡Precisamente hoy que tenía 45 maravillosos minutos libres!
Llegaron a la piscina y se sentó en el punto estratégico: exactamente entre la pared y la cámara de refrescos. El lugar idóneo para mirar sin ser visto y para aislarse del resto de padres. 
Así, mientras su niño se lanzaba al agua; él pudo zambullirse en el mundo virtual: correo-twitter-facebook-un blog-otro blog-un comentario-rápido-rápido-otro comentario-pinterest-google. 45 minutos para ponerse al día, para explorar, para volar. Su inmersión fue tan profunda que no oyó ni escuchó nada más. Sólo la alarma le sacó de su ensimismamiento para indicarle que debía volver al vestuario.
Cuando levantó la mirada, no vio a nadie al otro lado del cristal. La sala de espera también estaba desierta. Los padres se agrupaban justo en la entrada y le lanzaron miradas que no supo interpretar.
Sólo empezó a preocuparse al vislumbrar las batas blancas y los agentes uniformados.

-Usted es el padre que andábamos buscando…

No hay comentarios:

Publicar un comentario