jueves, 14 de marzo de 2013

1001 libros infantiles que hay que leer antes de crecer


De todos los géneros y subgéneros que existen, el cuento es mi favorito. Los agradezco en aquellos períodos en los que mi media de concentración son 5 minutos. Entonces pongo en marcha la lectura-microondas: - Abrir-leer-listo-. También los empleo en clase, porque recuerdo lo negra que me ponía cuando me dejaban a medias con fragmentos incompletos. Además de por su lectura hiperrápida pero con principio y final, los adoro por su flexibilidad. Pueden presentarse por autoría (de Chejov, de Poe), por temática (cuentos de terror, de amor), por período histórico (cuentos victorianos), por época (cuentos de Navidad, de primavera), hasta por procedencia (cuentos europeos, cuentos orientales) y seguro que podrían encontrarse más criterios de ordenación. Esta versatilidad me fascina. Ahora que rebusco en la biblioteca para hacer una colección de cuentos para niñitos, me encuentro con este libro que recoge 1001 libros infantiles (que hay que leer antes de crecer). Importa esta especificación porque, como dice la autora de esta selección, “las narraciones que leímos en la infancia permanecen siempre en la memoria”; y yo añadiría que son de ida y vuelta. Probablemente regreses a ellas si has ido de niño; pero si lo haces de adulto no volverás. De hecho, lo más seguro es que ni vayas, y con los mundos tan fantásticos que recrean es una pena que no te pases por allí jamás.
En realidad, las publicaciones que aparecen en esta guía no son cuentos en sentido estricto; son relatos completos de mayor o menor complejidad en el que se incluyen también muchos cómics y muchos álbumes ilustrados. Están presentados por edades, aunque creo que las buenas historias pueden utilizarse en cualquier momento. Sólo has de readaptarlas, acortarlas, saltarte las partes más complicadas o cambiar el final según el niño. A mí me ha ayudado mucho a hacer memoria porque tengo tendencia a la mezcla descontrolada: empiezo con el gato con botas y acabo vaya usted a saber dónde…
Recojo diez de esos libros que aparecen en esta guía que por supuesto leí de cría y me encantaron. Y los vuelvo a leer ahora, y sigo con la boca abierta. Y espero que cuando los lea Júlia, le gusten tanto como a mí.

-Agnes Cecilia. María Gripe.
María Gripe (premio Andersen, 1974) todavía es leída en las clases por “Los escarabajos vuelan al atardecer” pero este libro es EL LIBRO de María Gripe.  La diferencia de esta autora es que sabía narrar como nadie los mecanismos internos que mueven el comportamiento de los niños y reflejar las preocupaciones por las que pasan. En la casa de Nora empiezan a pasar cosas rarísimas y a su lado llega una muñeca que tiene un aliento de vida y de la que recibe consejo. Con referencias filosóficas sobre Schopenhauer. (El ojo lo ve todo menos a sí mismo). Es un relato sobre familia y fantasmas.

-Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll
De los cuentos populares, creo que el de Lewis Carroll es mi favorito; creo que porque no termina como es habitual: con el principito en el bolsillo de la dama o viceversa. Alicia caminaba a su aire y, a su paso, iban surgiendo personajes que rayaban la locura y la psicodelia. No tenía que competir, ni luchar contra nadie. Supongo que la metáfora sobre la búsqueda de un mundo que no resultase tan gris como el victoriano acabó por convencerme.
En casa tenía un troquelable fantástico, con una niña que caía por un túnel hecho con anillas de cartón y unos rosales que cambiaban de color accionando la pestañita correspondiente.

-Cuentos de la Selva. Horacio Quiroga.
 Me he encontrado con maravillas (y con auténticas castañas) por mi manía de comprarme un CD por su carátula o un libro por el diseño de una portada, y este es uno de esos casos. Los cuentos de Quiroga no me gustaron al principio, porque están llenos de americanismos y no entendía, entre otras cosas, que era un “yacaré”. Sin embargo, con la ayuda de un diccionario en este libro se pueden contar fábulas preciosas que recrean a la perfección la atmósfera de la selva de Misiones. Discurre en paralelo a “El bosque animado”, de Wenceslao Fernández-Florez, también recomendadísimo para chavales. Hace unos años José Luis Cuerda se inspiró en este libro para hacer una película de este mismo nombre con un soberbio Alfredo Landa en el papel del asaltacaminos Fendetestas.

-Dos años de vacaciones. Julio Verne.
De toda la bibliografía tradicional de novelas de aventuras, mis favoritos son “Las minas del rey Salomón” (de Rider Haggard) y “Dos años de vacaciones”. Consiguió ponerme en la piel de los chavales náufragos y recuerdo que mientras pasaba las páginas pensaba: “Si esto sucediese con mis compañeros de clase… ¡¡no sobrevivíamos ni una semana!!”. Más blanco, más aventurero y más sencillo que el “El señor de las moscas”, que sigue un argumento parecido, pero que en realidad es más complicado y en el fondo no tiene nada que ver.

-El hobbit. JRR Tolkien.
La última película que vi en el cine y que lamenté haber lanzado a la papelera tiempo y dinero. Señor, señor, qué manera de maltratar una historia fantástica de dragones y enanos. Me leí este libro porque alguien leyó entre sus páginas: “Las raíces no se ven, y es más alta que un árbol. Arriba y arriba sube, y sin embargo no crece”. El capítulo dedicado a la batalla de acertijos es lo mejor de este libro.

El Rey bajo la Montaña ha vuelto…

-El perro de los Baskerville. A. Conan Doyle
¡La bestia negra de mirada fosforescente que recorre el páramo en busca de presas es irresistible! Desde luego, no es para primeros lectores, pero creo que esta es la novela perfecta para introducir a los chavales en el universo de Baker Street.

-La historia interminable. Michael Ende.
El hit literario de ¿1986?  Un libro fantástico del que hicieron una película espantosa que consiguió dañar la memoria audiovisual de los niños de entonces. Con unos secundarios chulísimos que protagonizaban cada uno de los capítulos y que resultaban más importantes que los personajes principales y que daban idea de la riqueza de Fantasía: la Vetusta Morla, Igramul el múltiple, la Casa del Cambio, Doña Ayula… La combinación de tintas rojas y verdes hacía que el lector identificase y separase el mundo real y el imaginado. Con unas ilustraciones preciosas que abrían cada capítulo e imitaban los antiguos manuscritos iluminados.

-La isla del tesoro. Robert Louis Stevenson.
Mi padre me lanzó este libro a la cama desde la puerta de mi habitación al grito: ¡Léetelo! y consiguió consolarme así de una buena varicela en pleno mes de agosto. Todo lo que he visto y leído a posteriori sobre corsarios y bucaneros siempre he tenido la sensación que bebían de este relato; que la historia de Stevenson era la referencia original de todas las demás ¡Mi Long John Silver! Cuando me leí este libro yo soñaba que fuese en el fondo bueno. Pero claro, estaríamos hablando de otro libro. Ahora mismo me sirve para hacer unos dictados impresionantes sobre la b: Bribón, bergante, bucanero, barlovento, bitácora.

-Nacida en Domingo. Gudrun Mebs.
En los cuentos clásicos, la orfandad es el gran miedo de los niños. La ausencia y la carencia, llegan acompañadas  por un personaje abominable y cruel que empeora todo: ¡la madrastra! En este caso, la protagonista de este cuento es una huérfana “moderna”. Vive en un centro social de una gran ciudad. Comparte su vida con otros niños en similares situaciones y espera la llegada de unos padres que la acojan y la quieran. Los padres modélicos parecen sacados de la pasada burbuja inmobiliaria: con un cochazo, vestidos con pieles y trajes y montones de juguetes (que no de juegos). Nora alucina con la madre que le toca: no tiene pareja, es escritora y vive en un apartamento chiquitín…Escrito en primera persona, los chavales se identifican con la historia desde el primer momento.

-The Tale of Peter Rabbit.. Beatrix Potter.
En este libro aparecen un buen número de héroes de cómic, como Tintín o Asterix, sin embargo no quería terminar sin dejar espacio a los ilustradores ya que muchos cuentos no serían nada sin ellos. Están muy de moda los trabajos de Lauren Child o los preciosos dibujos de Auguste Lacombe o el propio Quentin Blake que ilustra esta selección. Sin embargo, mi autora favorita sigue siendo Nuria (http://nuriambb.blogspot.com.es). En este caso, uno de los álbumes escogidos en esta guía son los realizados por Beatrix Potter. Si permaneces en la superficie, sus personajes pueden resultar un poco ñoños; sin embargo, si rascas en esta creadora encuentras que  en realidad fue una botánica y una micóloga entusiasta que dibujó todas sus criaturas a partir de la realidad. También fue una cronista poco sentimental de la naturaleza “con sus dientes y garras rojas”. Peter Rabbit fue su primer libro y, probablemente, el mejor. El travieso conejo no tiene en cuenta la orden de su madre de no acercarse al jardín (“Tu padre tuvo un accidente ahí, la señora McGregor lo metió en un pastel) y de ahí empiezan todas las complicaciones…
Como gran aficionada a las flores y las plantas, creo que Potter tenía sentimientos algo contradictorios hacia los conejos. Idóneo para los primeros lectores.

Y hasta aquí. La buena noticia es que quedan 991 más. Se echa en falta que la selección de cuentos tenga una visión cultural un poco más amplia, porque se aprecia que bebe mucho de la cultura anglosajona. Por supuesto, también están incluídos los relatos más populares últimamente, como la saga de Harry Potter o Narnia Y también hay grandes ausencias como “El libro de la selva”; o la la divertida colección de amiguetes del pequeño Nicolás o la fantástica colección de cuentos para contar por teléfono de Gianni Rodari, pero claro, la selección no la he hecho yo, ni se pueden recoger todos los cuentos del mundo. La mía es “triple f-only A”: femenina, fantástica, fantasmagórica y aventurera.

-1001 libros infantiles que hay que leer antes de crecer. Quentin Blake y Julia Eccleshare. Grijalbo.