En la tranquilidad del confinamiento
Una tarde, y por un instante,
Volví a tener doce, once, diez años.
Volví a a las tardes de verano de niña
en las que nada se tragaba mi tiempo.
Era inabarcable, inacabable e infinito
Y, por aburrimiento, me sobraba todo
(Ese que ahora me falta)
Era la tarde bajo el chisporroteo de las golondrinas.
Era el tiempo marcado por la campana de la iglesia.
Era el ganchillo de mi abuela, arriba y abajo,
al paso de las parejas que enfilaban la carretera para
pasear.
El olor a tormenta, a casa vacía.
La ausencia de los hombres que estaban en el campo,
la fiesta de la fruta de verano.
Por eso, y desde de los trece años,
No he vuelto a aburrirme jamás.
No he vuelto a estar tan sola.
A veces lo echo de menos.
A veces pienso que esos días los llevo dentro.