miércoles, 12 de julio de 2023

Diez años

 

En la tranquilidad del confinamiento

Una tarde, y por un instante,

Volví a tener doce, once, diez años.

Volví a a las tardes de verano de niña

en las que nada se tragaba mi tiempo.

Era inabarcable, inacabable e infinito

Y, por aburrimiento, me sobraba todo

(Ese que ahora me falta)

Era la tarde bajo el chisporroteo de las golondrinas.

Era el tiempo marcado por la campana de la iglesia.

Era el ganchillo de mi abuela, arriba y abajo,

al paso de las parejas que enfilaban la carretera para pasear.

El olor a tormenta, a casa vacía.

La ausencia de los hombres que estaban en el campo,

la fiesta de la fruta de verano.

Por eso, y desde de los trece años,

No he vuelto a aburrirme jamás.

No he vuelto a estar tan sola.

A veces lo echo de menos.

A veces pienso que esos días los llevo dentro.

2 comentarios:

  1. No sé en qué momento me desconecté ni lo que me trae de vuelta. Podría decirte que lo echaba de menos pero es más sincero decirte que me aburro en el trabajo. Seguramente mi ausencia obedece a una etapa de desierto literario en el que no he dejado de leer, claro, pero sí de escribir. Y es que escribir violenta, enfrenta, obliga y a veces preferimos ver vídeos de gatitos.
    Vengo oxidada, no construyo bien, no acentúo bien, no puntuo pero queda mujer de hojalata con corazón caliente, así que continúo.
    Vuelvo y eres poeta y me ansío porque no sé si leer todo lo perdido o no leer nada. Y mientras lo decido, me reconforta el calorcito de saberme a resguardo, en casa propia casi.
    ¿Te viene bien la visita?

    Laura

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  2. Me viene perfecta, por supuesto que sí. Qué alegría volver a leerte por aquí. La pseudopoesía -o no sé bien cómo definir estas rayas- es lo único que consigue romperme los bloqueos. Y he estado varada mucho tiempo como un cachalote panza arriba.

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