Hoy he descubierto un espacio lleno de posibilidades al lado del piset: es un rastro que me emociona porque estos lugares van como anillo al dedo a mi carácter, marcado por una fuerte querencia hacia el desorden y el caos.
Un piano de cola me daba la bienvenida: "¡Mírame!" -decía-"Todavía soy hermoso y soberbio. Entra y encontrarás un mundo de maravillas".
No he podido negarme y he caído de cabeza al estropicio repleto, desbordado y desbordante. Al pasar, escuchaba viejas historias.
-"¿Quieres que te cuente qué le ocurrió al niño que tomó conmigo la Primera Comunión?"-me dijo un reloj de pulsera blanquito-.
-"Deberías haber visto a Anna el día que me estrenó"-susurró un vestido apolillado desde un armario entreabierto-. "Estaba preciosa, pero eligió al hombre equivocado..."
Allí y allá escuchaba sus voces. Y al recorrer los estantes, la colección de pipas tosía y carraspeaba; los anillos refulgían; las radios viejas intentaban resintonizarse y las lámparas de cuentas y los platos desportillados suspiraban por recuperar el brillo perdido. Todos intentando llamar la atención. Todos anhelantes por encontrar una nueva utilidad y por narrar a su dueño su pasado.
Al encontrarne con una vieja Olivetti (intacta) he pensado inmediatamente en mi padre y en cómo me dormía escuchando el sonido intermitente del teclado mientras él ponía exámenes hasta bien tarde.
Pero yo no había ido ni a por el piano, ni a por la pipa, ni a pensar en papá; sino a por dos vulgares sillas de plástico playeras para mi flamante terraza de piso de alquiler. Ellas no hablan, no parlotean, ni se comunican así que voy a taparlas con dos plantas carnívoras. Ahora mismo las escucho roer el plástico...
Brillante.
ResponderEliminarHas conseguido que me gusten los rastrillos. Hasta ahora los veía de lejos y pensaja ¡cuánto desorden! Mal Feng Shui... ¡Uff, para ordenar todo esto la de tiempo que se va a necesitar! Y cajas, y estanterías... ;)
Olivia, estás muy follie! Enhorabuena y no cambies jamais!
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