En alguna ocasión ya he mencionado la especial relación que tengo con las peluquerías y con quienes la regentan (habitualmente, mujeres). Ellas son mi puerta de entrada a las localidades por las que he pasado y, en este redescubrir de mi barrio, me he encontrado con Luz. Es de Medellín, lleva la vida muy vivida y, no sé si será por su nombre o por qué, tiene más energía que un faro. Espero que su pareja se tome muy en serio la nueva norma de su casa.
EN ESTA CASA SE FOLLA TODAS LAS NOCHES A LAS ONCE
Su marido era modelo de exactitud, pulcritud y orden.
Destacado militar, al año de casado había decidido tomar las riendas de la
gestión de su casa. Su mujer, a quien adoraba, era una caótica convencida con
la que, por supuesto, no podía contar. Después de pensarlo un poco, punto por
punto anotó en la puerta de la nevera varias medidas inevitables destinadas a
llegar a buen puerto todos los meses.
A saber:
2 El automóvil se lava el último fin de semana de cada mes.
3 Arroz y pasta, sólo los domingos.
4 Ejercicio suave y/o paseo, todos los días de 9 a 10 h.
5 Primer fin de semana de mes, revisión y puesta a punto de
los recibos más habituales. Véase gas, agua, luz…
.
.
.
Y las instrucciones seguían y seguían hasta completar un
decálogo de buenas maneras.
“Mira la puerta de la
nevera cuando llegues a casa”, le dijo en un mensaje.
Al entrar en la cocina, Marga leyó las anotaciones. Frunció el
ceño y redactó una más,. Después de pensarlo un poco, subrayó en rojo el paréntesis:
11 En esta casa se folla todas las noches a las once. (Estés
o no).
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