Me encuentro en la contra de La Vanguardia con una entrevista a Víctor Gómez Pin (filósofo) que expresa meridianamente lo que vengo pensando desde hace tiempo. Reproduzco un fragmento a modo de diálogo, elimino el formato entrevista y que ajusta como molde a las palabras de José Hierro. Pin habla desde el presente; Hierro desde una distancia de cuarenta años.
-No nos quejemos que, al menos, tenemos
trabajo.
-Esa
frase que se oye por doquier es espantosa.
-Ni
patalear puedes.
-Que la
dialéctica entre trabajo embrutecedor y pavor a perder ese vínculo esclavo se
haya convertido en el problema esencial de la existencia es insoportable.
-Desolador.
-A la
polaridad trabajo embrutecedor y ocio más embrutecedor todavía, yo opongo un
trabajo en el cual fertilizas tu condición como ser humano, y la fiesta.
-Fiesta
en lugar de ocio… interesante.
-Sí,
porque no tiene nada que ver con el escapismo ni con el ocio embrutecedor.
-Es difícil
que todos desempeñemos un trabajo que
nos satisfaga.
-Hay que
barrer las calles, de acuerdo, pero que haya una persona cuyo único destino sea
barrer las calles doce horas y que tenga como complemento el mando de la tele
para hacer zapping es una tristeza.
El mando
de la tele o ciclarse durante horas en un gimnasio, dialogando con una máquina.
O salir de las aulas para emborracharse delante de un videojuego.
Es de una
tristeza miserable comprobar que una gran parte de la humanidad no tiene
derecho a nada más que a sobrevivir. Y aquí, desde 1974 entra como un sable José
Hierro. El material potente de su apellido se aplica igualmente a sus palabras.
De lo alienante, a la emoción gloriosa que precede a la fase creadora, a las
puertas luminosas, a las criaturas, al Libro de las Alucinaciones:
“La poesía
es para mí una cosa tan importante que no puedo menos de irritarme cuando
compruebo en qué poco quedó aquello tan hermoso que concebí. Es la misma
distancia que separa al fuego real de un fuego pintado. Reconozco que es una
extraña forma de orgullo ésta de creerme
superior a lo que soy. La lectura masiva de mis poemas, y su comparación
inconsciente con la emoción que fue su germen , me ha producido rubor. El mismo
que sentimos, al día siguiente de una borrachera feliz e inconsciente, cuando
nos recuerdan las ridiculeces que hicimos”.
Sin ternuras,
que entre nosotros
sin ternuras
nos entendemos.
Sin
hablarnos, que las palabras
nos desaroman
el secreto.
¡Tantas
cosas nos hemos dicho
cuando no
era posible vernos!
¡Tantas
cosas vulgares, tantas
cosas prosaicas,
tantos ecos
desvanecidos
en los años,
en la
oscura entraña del tiempo!
Son esas
fábulas lejanas
en las
que ahora no creemos.
(“Alegría”. 1947)
-
¿Has visto el video de "Madrid, te comería a versos"? Te lo voy a buscar...
ResponderEliminarAquÍ:
http://vimeo.com/109583261
Bueno, tú ya sabes que, en lugar de Madrid, podría antes infinidad de otras ciudades, pero la iniciativa es preciosa y ocurrió en la susodicha ciudad ;)
"¡¡¡¡No hay imposibles, sólo improbables!!!!!" La hierba escapando del asfalto ...me ha gustado, bonita, me ha gustado. ¿Sabes que estaba pensando que hace ya mucho tiempo que no la visito? A mí Madrid me resulta inspiradora, algo que no me ocurre con Barcelona. Y esto lo escribo en este espacio de libertad porque en mi entorno actual no puedo decirlo (qué triste).
ResponderEliminar