lunes, 3 de junio de 2013

Pasiones

Esta mañana me he levantado con ganas de escribir un correo pero, en cambio, me he lanzado a realizar una búsqueda en google que tenía pendiente desde hace tiempo. El resultado me ha llenado de asombro y me ha entrado un ataque de alegría tal, que la risa se ha desparramado por el teclado y ha seguido saliendo a borbotones hasta llenar la habitación entera. Cuando he conseguido calmarme, he escuchado un chisporroteo que me ha conducido hasta la estantería. Allí estaba, casi olvidado, mis “Pasiones”, de Rosa Montero. Decía Elvira Lindo –parece que no tenga otros referentes, madre mía-que para la vida y para la escritura se necesitan dos rasgos de carácter: el primero ser ingenuo y el segundo ser apasionado. Creo que más bien son dos rasgos definitorios de las personas que tienen pensamiento creativo porque en los mismos términos hablaba la periodista Carmen Sarmiento y Margarita Salas, la persona con quien más he disfrutado conversando. Salas -mente brillantísima y privilegiada, discípula de Severo Ochoa, miembro de la Real Academia de la Lengua - me explicó una vez que es necesario creer en lo improbable para seguir adelante y avanzar; y apasionado para no caer en la amargura si dedicas tu tiempo a algo que no es lo socialmente establecido. Como mujer y como científica, ella había pasado más tiempo con el ojo pegado al microscopio que con amigos, con su familia o buscando pareja; pero no le había pesado jamás porque su pasión era el laboratorio. Lo contrario sí habría sido una carga. Establezco un paralelismo en mi persona y llego a dos conclusiones: sobre la ingenuidad no hay vuelta de hoja,  hasta tal punto que debería comprarme una camiseta que dijera: “¡Soy pardilla pero me quiero igual!” y la segunda, un rasgo de personalidad que he descubierto en esta travesía en el desierto. Pilar me calmaba: “No eres bipolar, es que eres pasional. Sufres mucho pero te aseguro que recompensa, porque las alegrías las sientes más, las sientes el doble. Y sí, compensa, hoy es un día que me doy cuenta de ello. Prefiero ser así que esas personas que pasan por la vida de puntillas, sin mover nada del sitio no sea que se rompa.


Por otro lado, las Pasiones de Rosa Montero están centradas en los decepcionantes humanos; más bien en las emociones que provocan los humanos en otras personas y así recorre las relaciones amorosas de miembros de la realeza (la reina Victoria y el príncipe Alberto; los duques de Windsor); de músicos y artistas (John Lennon-Yoko Ono; Elizabeth Taylor-Richard Burton) y escritores (Robert Louis Stevenson-Fanny Vandergrift; León y Sonia Tolstoi). La mayoría de ellas sustentadas en caracteres débiles y enfermizos, drogas y alcohol. Leo y releo y pienso en Morató. Que puede tener en sus manos las vidas más excepcionales del mundo y lo único que consigue es amontonar datos y más datos.
 Reproduzco un párrafo que centra la introducción:

“La esencia de lo pasional es la enajenación que produce: el enamorado sale de sí mismo y se pierde en el otro, o mejor dicho, en lo que imagina del otro. Porque la pasión, porque éste es el segundo rasgo fundamental, es una especie de ensueño que se deteriora en contacto con la realidad”

O como cantaba Pedro Guerra:

“Y cuando todo se acabe,
y se hagan polvo las alas,
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada”

Lo único que no dice el libro es que las personas más flemáticas no deberían cruzarse en el camino de las apasionadas porque organizan auténticas tormentas en vasos de agua. No obstante, siempre me quedo con lo bueno. Por ejemplo, con las risas de esta mañana. Así que gracias.


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