lunes, 18 de julio de 2016

Cómo ha podido hacerme esto


Recupero esta idea, este proyecto de algo más extenso que tenía sintetizado en sólo cinco líneas. En la primera versión la culpa y el arrepentimiento por lo hecho impregnaba el microrrelato. Me he desprendido de ellas ya que no conducían a ningún lado. El texto también se titulaba de otra forma.  
Me desperté con un sabor metálico en la boca. Un zumbido atroz me destrozaba los tímpanos y me martilleaba las sienes. Sabía que tenía que dejar de beber de esa manera o acabaría matándome. Intenté incorporarme mareado y traté de levantarme de la cama trastabillando. Tropecé con la botella de ginebra, que rodó debajo de la cama, y en ese momento el timbrazo del teléfono pareció sacudir la habitación entera.
Lo dejé sonar, entre otras cosas, porque era incapaz de articular palabra. Y sin embargo, allí escuchando el teléfono, comenzó a invadirme una sensación extraña: al principio, fue sólo una ligera inquietud. Pero luego, casi instantáneamente, se transformó en una oleada de pánico que sacudió mi cuerpo y me impulsaba a la acción. Sentí que tenía algo importante que acabar, que mi vida entera dependía de un hilo que no veía.
 Descolgué el auricular como primera medida para hacer algo.
-Manuel, hombrepordios, pero ¿¿dónde te habías metido?? ¡Llevo intentando localizarte desde hace horas! ¿Qué has hecho con el móvil? He recordado en último minuto tu teléfono de casa…-la urgencia y la excitación le hacían casi ininteligible-.
-Pero ¿qué hora es?-intenté concentrarme-
-¡Las que sean! Escucha, Manuel, esto es importante: ¡no se presentó a la boda! ¿Oyes? La dejó plantada, el muy cerdo.
Y en ese momento recordé. Como un fogonazo SABÍA qué había de hacer. Efectivamente, era urgente e inmediato.

Le oía rascar levemente la puerta del baño con la única uña que le quedaba.